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Mujer de cuarenta y siete, una mañana de otoño, al despertarse se percata que está bañada en sudor frío. Tiene muchísima prisa, se le ha hecho tarde, y sin embargo, sigue sentada en el borde de la cama: quietísima, con la mirada clavada en las pantys que quedaron tiradas sobre la alfombra.

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Mujer de cuarenta y dos que no quiere, en estos momentos, que nadie la toque, ni que la mire, ni  que la perciba, ni que la piense. Quiere estar sola. En una cueva, sola. Al rato, se la escucha mascullar que porqué nadie le responde un mísero wassap.

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Mujer de 46 que nota un calor interno tremebundo. Nadie le ha dicho nada para tener vergüenza, ni se le ha levantado la falda, no ha pasado nada desde el exterior. Siente que se incendia desde dentro, quiere irse de sí y no puede.

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Mujer de cincuenta que se mira al espejo. Se pone a llorar. Se mira llorando. Va por su móvil, se pone en el spotifai, una playlist que se llama música triste para llorar sola, perfecto, se dice, mientras coge las pinzas de depilar y va detrás de un pelo en su barbilla.

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Mujer de cuarenta con menopausia precoz. El mundo se le cae encima.

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Las mujeres actuales 40/50 años, como las de estos relatos, son mujeres (todavía) jóvenes y en general, con cansancios más, cansancios menos, están llenas de energía, vitalidad y proyectos. Son jóvenes, activas, que le echan ganas a la vida y si bien, se viven más años, “la biología no perdona”. Es a partir de estos años, que las mujeres comienzan a experimentar cambios físicos y emocionales importantes: con los primeros desarreglos menstruales, o las primeras canas, o las primeras arrugas, aparecen sensaciones y preguntas nuevas que antes no había:

 

¿Estoy empezando a hacerme mayor? ¿Y estos calores por la noche…? ¿Por qué estoy tan sensible, irritable, nerviosa?¿Tengo tiempo para ponerme a estudiar a mi edad? ¿Seré como mi madre cuando tenga 60/70…?

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En la cuarentena, las mujeres comienzan a experimentar los primeros cambios que la llevarán hacia la madurez. Es una nueva etapa, donde a partir de los 45, aproximadamente, “pasar” por la menopausia será una experiencia importante en sus vidas. Las mujeres de Occidente tenemos muy aprendido que envejecer es algo feo, así de simple. Esta creencia tiene sus raíces profundas en un sistema opresor para la mujer, con el que llevamos viviendo desde hace miles años. En la actualidad, este discurso sigue teniendo vigencia, pero hay otras caminos. estas propuestas forman parte de estas nuevas narrativas sobre la menopausia

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